De Base de Baloncesto a Cara de Póquer: Deportistas que dominan ambos juegos

Por Eurohoops team / info@eurohoops.net

No es de extrañar que algunos de los jugadores más emblemáticos de la NBA trasladen su afán competitivo de la pista a la mesa de póquer, sumergiéndose en los juegos de casino con la misma energía estratégica que les convirtió en leyendas en la pista.

Michael Jordan es un buen ejemplo. Su espíritu competitivo nunca se detenía cuando sonaba el timbre. Durante los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, Jordan jugó al póquer toda la noche, dejando a sus compañeros de equipo como Magic Johnson y Charles Barkley atrás. No fue algo puntual. La afición de Jordan al juego, especialmente al póquer y al blackjack, demostró que era tan peligroso en la mesa de juego como en la pista.

Y hablando de los mejores bases del baloncesto, Allen Iverson era conocido tanto por su intrépida forma de jugar como por su amor incondicional a los juegos de casino. La ruleta era su juego preferido, sus visitas a casinos en lugares como Detroit y Atlanta fueron muy conocidas y la pasión de Iverson por la diversión de alto riesgo hizo que su historia fuera aún más interesante. El hombre no sólo cruzaba defensas; también se adentraba en el mundo del juego sin dudarlo.

Antoine Walker es otro jugador de baloncesto cuyas peripecias con el juego fueron más que conocidas. Campeón de la NBA en 2006, Walker puede que sea tan recordado en Las Vegas como en Boston. Aunque sus escapadas al casino acapararon los titulares, se trata de lo arraigada que está la cultura del casino entre los deportistas profesionales. Y con el auge de las plataformas de casino online, la acción no tiene por qué detenerse cuando los jugadores salen de la pista o de la ciudad.

Por supuesto, Jordan e Iverson no son los únicos nombres que verás si echas un vistazo a la sala de un casino. Paul Pierce, por ejemplo, se hizo famoso con los Celtics, pero su afición a juegos como los dados y las apuestas deportivas contribuyó a que apareciera en los titulares tras retirarse del baloncesto. Una vez incluso se llevó un bote de 100.000 libras, demostrando que sus habilidades van más allá del deporte.

También está Shaquille O’Neal. Con una altura de 1,82 m, Shaq era difícil de pasar por alto en la cancha, e igual de difícil en un casino. Ya se tratara de máquinas tragaperras o de juegos de mesa clásicos, Shaq llevaba a la mesa de juego la misma alegría y carisma que le convirtieron en uno de los jugadores favoritos de los aficionados del baloncesto.

No olvidemos a J.R. Smith, que una vez faltó al entrenamiento tras una maratoniana sesión de blackjack. Smith siempre ha sido sincero sobre cómo los juegos de casino le ayudaban a relajarse y a desconectar de la rutina del deporte profesional, y se aseguraba de jugar dentro de sus límites; ganara o perdiera, se trataba de vivir la experiencia.

Incluso LeBron James, siempre un profesional calculador, es conocido por disfrutar de vez en cuando jugando a las cartas o al póquer, sobre todo con sus compañeros de equipo. Aunque es conocido por su disciplina financiera, LeBron es la prueba de que incluso los deportistas más dedicados pueden encontrar un equilibrio entre el trabajo y el ocio, disfrutando de un poco de tiempo libre en un casino online o en sus alrededores cuando llega el momento.

Entonces, ¿qué une al base de baloncesto con la cara de póquer? Es la emoción del juego. Ya sea superando a un defensa o tirándose un farol con una mano débil, los mejores jugadores de la NBA saben que la lucha está en todas partes, y siempre están dispuestos a hacer todo lo posible por ganar.

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