Por Alex Molina / info@eurohoops.net
Ya se sabe que en la Euroliga no hay rival fácil y que los partidos contra equipos que no se juegan nada siempre son trampa… pero cuando el último clasificado lo quiere más que el que se juega seguir con vida en la competición, algo falla. Desde hace días, los fans más optimistas del Baskonia empezaron el movimiento #UnderdogBaskonia, algo así como ir de tapado hasta conseguir la clasificación. El plan contaba con seis paradas, tantas como jornadas quedan… y parece haber fracasado nada más haber arrancado. Los de Pablo Laso han caído en su visita a la pista del ALBA Berlín por 97-90, una más que merecida derrota que ha servido para que Pedro Calles se estrene con victoria al frente del banquillo alemán.
Desde un principio, estaba claro que las defensas iban a brillar por su ausencia en el Uber Arena, un panorama que no beneficiaba para nada a los de Vitoria. Sin presión alguna, los locales han ido sumando puntos casi como querían durante todo el partido, cerrando la primera mitad con un 50-46 que no era ningún drama pero sí un toque de atención, ya que una proyección de 100 puntos es complicada de superar.
Rogkavopoulos (17 puntos y 4 rebotes), Moneke (11 puntos y 5 rebotes) y el mejor Diop (13 puntos y 8 rebotes) seguían manteniendo con vida al Baskonia tras el descanso, pero no había forma de parar a los referentes ofensivos del ALBA. Matt Thomas (21 puntos, 5/7 en triples) se lucía desde fuera y Procida (13 puntos y 5 rebotes) desde donde quería, ampliando aún más la ventaja local al finalizar el tercer cuarto (75-69).
Pero bueno, seis puntos no son nada en al baloncesto de hoy, por lo que con un buen arranque de último cuarto se anivela todo, ¿no? Pues todo lo contrario. El Baskonia ha salido al último asalto sin los guantes puestos, con unos fallos de concentración incomprensibles que se han traducido en un 16-5 de salida. El 91-74 que llegó a reflejar el marcador era tan doloroso como merecido, con un equipo que sabía lo que hacía y otro cuyo lenguaje corporal denotaba que cada minuto de partido era un suplicio. No hace falta decir qué equipo era cada uno. El +17 para los locales sentenció el partido y convirtió los minutos restantes en un calvario para el Baskonia. La reacción era imposible, por lo que dio la sensación de que los jugadores visitantes solamente tenían ganas de que se terminara todo pronto (no solamente el partido).