Por Javier Molero/ jmolero@eurohoops.net
El Real Madrid se hace fuerte en casa y no se quiere despedir aún de la Euroliga. Ejercicio de orgullo de los de Chus Mateo (80-72) que supieron jugar los minutos finales y aprovechar las cosquillas de un Olympiacos que no estuvo cómodo en ningún momento.
Tavares (15), Hezonja (14) y Musa (14) fueron los líderes ofensivos, pero la clave estuvo en la defensa. Mordiendo en línea de pases, no dejando pensar a los manejadores y cerrando completamente el aro (lo que suponía eclipsar a un Milutinov desaparecido). El sacrificio en aro propio lleva al cuarto partido.
Mordiendo a sus estrellas
El planteamiento de Chus Mateo estaba claro. Las victorias pasan por morder en líneas de pase y negar el aro. Dicho y hecho. El Madrid salió con una marcha más, encontrando tiros liberados y Musa levantando a un Movistar Arena entregado (14-11). El bosnio quería resarcirse de sus minutos en El Pireo, y fue el gran protagonista con 12 puntos en el primer asalto.
Papanikolau daba sentido a los ataques de Olympiacos y Milutinov dio una versión más reconocible desde el banco, pero los grandes anotadores no encontraban tiros. Entró en juego el factor Tavares, que pasó por encima de un Fall muy perdido entre bloqueos para poner un esperanzador 28-21 en el marcador al final del primero.
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En un quinteto más defensivo del Madrid, la inspiración volvía a ser Musa, acompañado de un Llull que se movía bien entre bloqueos pero no estaba acertado. Olympiacos aprovechó para apretar y bajar el ritmo y sentirse más cómodos en los ataques en estático. El partido se fue al barro, con faltas para el lado visitante que enfadaban al público (32-31).
Los griegos comenzaron a estar más cómodos, y Williams-Goss jugó un papel fundamental para dar sentido a sus ataques y desquiciar a un Madrid muy perdido en defensa y ataque. Las imprecisiones comenzaron del lado blanco, destruyendo lo que habían construido hasta ahora y yéndose con muchas dudas al descanso (38-44). Las mismas sensaciones que en el segundo partido, cuando encajan varios golpes no saben defenderse.
Orgullo para responder
El Madrid reaccionó y respondió al impulso de su grada. Abalde y Hezonja negaban balones cada segundo, y volvían a apretar en líneas de pase. El gran secreto de la eliminatoria hasta el momento. Pero Vezenkov apareció en el partido, y ahí es donde cambia todo. Acciones individuales de mucho talento, de un jugador decisivo en Europa como es él (54-54).
Los de Bartzokas volvieron a subir el nivel físico y, con Tavares perdonando en las caídas de los bloqueos, aguantaron el buen momento blanco. Se obscecaron los de Chus Mateo y pecaron de ansiedad cuando el momento no lo requería, pero Llull invitó a soñar con un resultado nada malo para el último cuarto (58-56).
Garuba metió una marcha más, y el Madrid encontró correr como solución (67-60). El público jugó su papel y defensivamente los blancos eran una roca. Ni Vezenkov ni Williams-Goss encontraban huecos. Paso adelante de Feliz y Abalde, que pusieron de su parte para ahogar a los de Bartzokas a cinco minutos del final (72-62).
Sacando un final apretado
De las mejores posesiones esta temporada, encadenando acciones físicas de mucho mérito para doblegar al campeón de temporada regular. El rebote fue fundamental, no dejaron que ningún rechace escapara y de ahí se hicieron grande los de Chus. Pero Vezenkov tenía otros planes y se encargó de que esto no se resolviera antes de tiempo con un parcial de 0-8 (72-70).
😮 ¡¡Le da la vuelta el Real Madrid y ruge el Movistar Arena!!pic.twitter.com/hW8unqM5ZN
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A falta de 40 segundos, el Facu puso la puntilla (76-70) y demostró, algo raro en las últimas semanas, que el Madrid se crece en los finales apretados. Fue más que suficiente para sufrir y esquivar la primera bala (80-72) y creer en el espíritu de la remontada, que crece en la capital de España por instantes.
El jueves 1 de mayo (21:00h) tendrán el cuarto asalto, con el Movistar Arena entregado a los suyos. Ejercicio de esfuerzo y orgullo, dejando claro que lo que se vio en el segundo partido de El Pireo tenía continuidad. La primera bola de partido se fue fuera.