Por Alex Molina / info@eurohoops.net
Hay cambio en lo más alto de la Liga Endesa. El Barça se ha llevado el Clásico ante el Real Madrid por 85-79, por lo que el Unicaja de Málaga es el nuevo líder de la competición.
Un duelo entre Barça y Real Madrid y se necesita muy poco para ponernos en ‘modo Clásico’. Como en tantas otras ocasiones, lo que hoy activó al Palau fue una decisión arbitral, expectante hasta ese momento. El intercambio de canastas iniciales beneficiaba ligeramente al Real Madrid, pero las circunstancias comenzaron a beneficiar al Barça. Campazzo se cargó con dos faltas en el primer cuarto -la segunda con enganchón con Willy Hernangómez-, pero fue una falta en contra la que encendió el Palau. Una incomprensible falta en ataque de Kalinic con el sello de Peruga fue todo lo que necesitó el Barça para tomar el control del partido. Musa ganándose un aviso de técnica por su flopping triplista marca de la casa, Ricky Rubio flotando sobre la pista… todo soplaba a favor del Barça (19-9) por lo que Chus Mateo tuvo que improvisar. La solución fue optar por una zona que hizo aguas por todos lados, ya que Laprovittola (25 puntos) y Abrines castigaron desde fuera para disparar la ventaja local hasta un descomunal 40-19, con el argentino en trance.
Pero era obvio que el Real Madrid tenía que reaccionar. La falta de acierto no era por malas situaciones y con la entrada de Rudy y Hezonja por fin llegó. Apareció la puntería en los visitantes y también Llull, tanto en ataque como en defensa, logrando reducir la desventaja a menos de 20, algo que era un logro por lo visto en pista. Poirier se comió a Vesely (11 puntos y 8 rebotes) una y otra vez y esas segundas oportunidades las aprovechó el Real Madrid para cambiar las sensaciones del partido. De lo que tenía pinta a baile azulgrana se llegó al descanso con cierta incertidumbre, ya que Deck (14 puntos y 13 rebotes) y unos minutos de inspiración para cerrar la primera mitad pusieron un 42-33 en el marcador con el que todo quedaba abierto.
Lo que se avecinaba al cabo de dos cuartos de confirmó tras el paso por vestuarios: Real Madrid creciendo como la espuma. Las dudas de Ricky (11 puntos y 4 asistencias), tanto en el triple como en la toma de decisiones, las aprovecharon los blancos para poner un 48-41 que tuvo que parar Grimau con tiempo muerto. El parón sirvió para detener las buenas sensaciones blancas pero no para evitar que el partido se instaurara en la más absoluta igualdad. Cada canasta local era debidamente respondida por los visitantes, por lo que la ventaja no se movía de los diez puntos. La (inexistente) cuarta falta de Tavares abocó al Real Madrid y la apuesta salió bien, ya que Campazzo primero y Llull después pusieron un 57-54 que sabía a gloria… aunque el Barça supo cerrar el tercer cuarto con un 64-58 que sabía aún mejor.
El trío arbitral volvió a entrar en escena a inicios del último asalto. Al fin y al cabo, no sería un Clásico sin una pizca de polémica y ambos equipos se quejaron incesantemente (Vesely sacó los codos a pasear en más de una ocasión y hubo varias decisiones erróneas en contra del Barça), caldeando un ambiente en el que el Real Madrid se mueve como pez en el agua y que aprovechó para recortar distancias hasta el 64-63. Los tiros de Willy comenzaron a entrar pero también los de Musa (14 puntos). Aquí nadie lograba despegarse e incluso los decibelios subieron con la primera técnica, que fue a parar a Poirier después de trabajársela mucho durante todo el partido, pocos instantes después de la quinta de Tavares, cuanto menos discutible. La serie de acontecimientos benefició al Barça, que además vio como el francés también se marchaba expulsado y con aplausos a todo el mundo. El 80-73 con el que se entró a los dos últimos minutos pintaba bien para los azulgranas y Laprovittola se encargó de convertirlo en victoria. El argentino volvió a asumir protagonismo y a responder, sentenciado el partido con una dosis de magia marca de la casa.