Por Alex Molina / info@eurohoops.net
Victoria del Olympiacos ante el Barça por 80-99 en su duelo ante el Barça. El líder de la Euroliga ha hecho cumplir su condición de mejor equipo de Europa y se ha llevado la victoria del Palau, tanto dentro como fuera de la pista, gracias a una canasta en el último segundo de Evan Fournier.
El partido comenzó cumpliendo con lo que todo el mundo esperaba que pasaría en el mejor partido que se puede ver en el Palau a día de hoy: invasión de aficionados del conjunto rival y un duelo entre dos clásicos de la Euroliga que un año más optan a todo. Tanto Barça como Olympiacos sacaron a relucir sus armas de buen inicio, regalando al espectador del mejor deporte del mundo unos primeros 20 minutos de muchísimos quilates. La calidad de Punter tenía su réplica en Vezenkov (24 puntos y 5 rebotes) -qué error histórico por parte azulgrana fue dejarlo marchar-, el Fall azulgrana le ganaba la partida al Fall del Pireo, pero Williams-Goss hacía lo mismo con Núñez, que terminó desquiciado y con un triple desde media pista al final del primer cuarto anulado por unos míseros frames.
Terminar el primer cuarto por detrás con el 18-22 era casi anecdótico para el Barça, ya que estaba más que claro que lo de hoy era un duelo a pecho descubierto en el que ningún equipo se marcharía mucho en el marcador. Por mucho que los griegos abrieran una pequeña ventaja con el 18-25, la entrada a pista de Metu (16 puntos) y su clínic igualaron las cosas una vez más. Las canastas no paraban de sucederse y no por falta de defensa, sino porque simplemente no había nada que hacer ante tal arsenal ofensivo, tanto por parte local como visitante. La energía de Anderson le dio un plus al Barça que permitió a los de Peñarroya terminar incluso la primera mitad con un 47-45 que dejaba claro que el partido era de ataques e igualado a más no poder.
Comenzar la segunda mitad de un partido tan igualado es el sueño de cualquier equipo y eso es lo que logró el Barça. Parker (14 puntos) por partida doble y uno de Punter significaron un 56-47 que parecía abrir brecha, pero entró en escena un factor importantísimo en los triunfos del Olympiacos. Cuando peor estaban los suyos, los aficionados griegos, centenares en el Palau con los problemas que siempre hay con este perfil de espectadores, comenzaron a animar para comandar la reacción visitante, que en un visto y no visto ya estaba 59-62 por delante en el marcador. El enésimo ejemplo de que el Barça parece priorizar el dinero del aficionado visitante antes que el apoyo a su equipo, no es ni la primera ni la última vez que sucede en la temporada, devolvió el partido a su estado natural: máxima igualdad al finalizar el tercer cuarto (65-66).
Pero si el arranque del tercer cuarto fue del Barça, el último estuvo teñido de rojiblanco. Williams-Goss (20 puntos) siguió comiéndose absolutamente a Núñez para disparar la ventaja a los siete puntos (67-74). El parcial abierto llegó incluso a poner un +8 visitante con el 70-78, aunque los protagonistas fueron los árbitros. La disparidad de criterio a la hora de pitar antideportivas, la de Milutinov lo era pero también la del Fall local, encendió al Palau, que tenía aún muy presente lo que pasó en el quinto partido de la temporada pasada, pero la locura colectiva llegó luego. Primero una falta en ataque a Punter en un triple, una acción que terminó con técnica para los culés, y luego una más que dudosa falta a Brizuela significaron que el Olympiacos volvía a marcharse en el marcador (75-82). En un ambiente absolutamente bélico, Brizuela (14 puntos y 4 rebotes) y Punter (20 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias) se convirtieron en los referentes locales para poner el 82-84 a menos de dos minutos para el final, pero Vezenkov siempre mantuvo a raya los intentos de remontada culé pero ni él pudo evitar el empate a 88, obra de Punter desde la línea. A falta 18.9 por jugarse, el balón era para los griegos, siendo Fournier (18 puntos) el encargado de derrotar al Barça con una canasta en el último segundo y desatar la locura en las gradas: los aficionados griegos celebrando la victoria y los culés tomándola con los árbitros.