Malice at the Palace: la pelea que cambió la NBA

2020-12-13T11:15:06+00:00 2020-12-13T11:15:06+00:00.

Alex Molina Perello

13/Dic/20 11:15

Eurohoops.net

Repasamos uno de los episodios más negros en la historia de la NBA, una pelea que marcó un antes y un después en la mejor liga de baloncesto del mundo

Por Alex Molina / info@eurohoops.net

La NBA de hoy en día es probablemente la más vistosa y entretenida de la historia, con reglas que intentan proteger al atacante y en búsqueda constante del espectáculo. La liga ha ido cambiando poco a poco para hacerse más atractiva de cara al gran público, pero hubo una época en que la liga tenía un gran problema de imagen, y todo estalló (y cambió) con la pelea que protagonizaron varios jugadores de dos equipos de la conferencia Este.

La pelea

19 de noviembre del 2004. Los Detroit Pistons y los Indiana Pacers se enfrentan en el Palace of Auburn Hills, hogar de los Pistons, en uno de los primeros partidos de la temporada regular. Los locales eran los vigentes campeones de la NBA tras vencer por 4-1 a los Lakers de O’Neal, Bryant, Malone y Payton la temporada pasada. Para llegar a estas Finales, los Pistons se deshicieron de los Pacers en las Finales del Este por un 4-2, así que ambos equipos se conocían de sobras y tenían cuentas pendientes.

A falta de 45.9 segundos para terminar el partido, dos tipos duros de la liga se vieron las caras en la zona de los Pacers: Ben Wallace intentó el mate y Ron Artest (por aquellos tiempos ese era todavía su nombre) le hizo una falta, un poco dura pero nada del otro mundo en esa época. Muchos años después, se supo que aquella falta estaba premeditada, ya que Ron Artest quería vengarse de una falta que Wallace le hizo el año pasado. Big Ben no se lo tomó bien y reaccionó de forma excesiva empujando a Ron, que esperaba a que su rival hiciera algo. Tras varios empujones, agarrones y algunas invitaciones a pelearse por parte de Stephen Jackson, la situación parecía controlada, pero entonces entró en escena un componente que se suponía que se limitaba a ser un espectador en este tipo de acontecimientos.

John Green, un fan de los Pistons, le lanzó un refresco a Ron Artest, que estaba estirado sobre la mesa de anotadores esperando a que se tranquilizara todo y poder terminar el partido. Todo fue una apuesta de Green y un amigo suyo, que se apostaron 50$ a que le daba a Artest. El vaso impactó en el jugador, que salió disparado a buscar el fan -Ron se equivocó de fan, Green era el de la fila de detrás- hasta su asiento en las gradas. Como era de esperar, sus compañeros de equipo se unieron a su cacería de aficionados, golpeando a todo aquel que considerasen una amenaza o simplemente fan de los Pistons. Mientras algunos como Rasheed Wallace intentaban poner paz entre jugadores y fans, Stephen Jackson y Jermaine O’Neal dieron rienda suelta a sus puños, golpeando a todos los que pudieran, en las gradas o en la pista. No es de extrañar que años más tarde, Jackson admitiera que se lo había pasado de cine golpeándolos.

Tras una ducha de refrescos, agua, sillas voladoras y improperios de todo tipo, los jugadores de los Pacers llegaron a su vestuario por el pasillo, ya que el partido, como era de esperar, se había dado por finalizado con el 97-82 que había en el marcador cuando sucedió todo. Puedes ver el vídeo con la pelea al completo siguiendo este link, pero debido a la violencia de las imágenes tiene restricción de edad y deberás tener una cuenta en YouTube.

Ron Artest con la camiseta rota tras ir a la búsqueda de fans en las gradas

Las consecuencias

Tras llegar a su vestuario, Ron Artest le preguntó a Jamaal Tinsley, que escoba en mano puso de su parte en todo este espectáculo, si creía que se habían metido en problemas. “Ron, tendremos suerte si seguimos con trabajo después de esto”, le contestó Tinsley, consciente de lo que había sucedido.

Las sanciones de la NBA a los protagonistas fueron tan severas como los acontecimientos: 86 partidos a Artest, 30 a Jackson, 15 (originalmente fueron 25) a O’Neal, 6 a Ben Wallace y 5 a Anthony Johnson, mientras que Reggie Miller, Chauncey Billups, Derrick Coleman y Elden Campbell fueron suspendidos por un partido. 146 partidos en total de castigo, que también se tradujo en pérdidas millonarias para los implicados, que dejaron de ganar más de 11’5 millones de dólares. 

Pero las sanciones no se limitaron a la NBA: la retransmisión en directo por televisión para todo el mundo se transformó en prueba criminal, y varios jugadores fueron condenados también por la vía penal. Artest, O’Neal, Jackson, Johnson y David Harrison, que no recibió condena alguna por parte de la NBA, fueron condenados a un año de libertado condicional, 250$ de multa, 60 horas de servicio a la comunidad (100 en el caso de Johnson) y la obligación de asistir a terapias de control de la ira. Además, cinco espectadores fueron también acusados de varios delitos penales, que terminaron con la prohibición de por vida a entrar a los partidos como locales de los Pistons.

Pocos meses después de la pelea, la NBA aprobó una serie de medidas para intentar evitar que espectáculos tan lamentables como ese volvieran a suceder: se limitó la venda de alcohol a solamente los tres primeros cuartos y también se aplicaron restricciones al tamaño (710ml como máximo) y a la cantidad (dos bebidas por persona). Además, cada equipo tenía que contratar a tres miembros de seguridad, que se colocarían entre los jugadores y el público, y todos los fans recibirían un código de conducta formado por nueve puntos, que hasta el día de hoy se distribuye y se anuncia por megafonía en todos los estadios. 

También hubo cambios en la normativa sobre las peleas, e intentar golpear a un contrario ya suponía un partido de sanción automáticamente, que se convertían en 15 en caso de que el puñetazo impactara en el contrario. 

Pocos meses después del incidente, se creó el ‘NBA Cares’, el programa con el que la liga pone su granito de arena para intentar acabar con los problemas de salud, alimentación, inclusión social y otros ámbitos en todo el mundo.

DeAndre Jordan participando en una actividad del programa NBA Cares en una escuela de Nueva Orleans

Pero el cambio más polémico llegó con el código de vestimenta de la NBA, que entró en vigor la temporada siguiente. La NBA de principios de siglo era una liga de tipos duros. En una liga predominantemente negra, la influencia del rap y de la cultura urbana era notoria. El 17 de octubre del 2005, se acabó todo eso. Se prohibió toda vestimenta de corte callejero y excesivamente ancha, y los jugadores estaban obligados a vestir de forma conservadora al entrar y salir del estadio, así como en el banquillo en caso de no jugar y cuando tengan que atender a los medios de comunicación o eventos oficiales. Este nuevo protocolo sobre el vestuario fue tildado de racista por algún sector de la liga, y jugadores como el propio Stephen Jackson, Marcus Camby o Allen Iverson, el gran icono de la cultura urbana en la NBA, se mostraron muy en contra.

Este episodio fue probablemente el momento en que la NBA decidió dar el paso definitivo a convertirse en una liga mucho más atractiva y abierta a todo el mundo, una decisión tomada por David Stern -con Adam Silver como mano derecha- que el tiempo ha acabado determinando como muy satisfactoria, ya que la liga se encuentra en estos momentos en un estado inmaculado, siendo incluso el espejo en el que mirarse a la hora de encontrar soluciones a los problemas de hoy en día como en el caso de la burbuja de Orlando. 

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